Punta del Este, un exótico paraíso en América del Sur
Es un paraíso a la vista de quienes tienen la oportunidad de conocerla. Si usted es amante del sol, la playa, la gastronomía y la diversión, nada mejor que visitar Punta del Este, ubicado en el departamento de Maldonado en la República de Uruguay.
La ciudad es conocida por alternar la apacible belleza de su entorno natural de bosques de pinos, cristalinas aguas oceánicas y amplias playas de fina arena con la siempre seductora y excitante vida nocturna. Desde hace varios años se ha convertido en uno de los balnearios más importantes de Latinoamérica.
Está ubicada sobre una estrecha franja de tierra que convencionalmente separa el Río de la Plata del océano Atlántico, aunque ambas riberas están bañadas por aguas marinas. Cuenta con una población permanente de 12,423 habitantes, cantidad que alcanza los 450,000 durante la temporada turística en el verano de cada año. Las cristalinas aguas que invitan a disfrutar de un día de playa, lucen totalmente limpias y seguras.
Punta del Este es un balneario en donde la gente puede caminar, correr, andar en bicicleta a cualquier hora del día o de la noche sin peligro.
En un paseo en el que nos confundimos entre turistas y pobladores disfrutamos de la belleza natural y de la tranquilidad de un lugar que es un verdadero paraíso. Se puede acceder a Punta del Este por diferentes medios de transporte: terrestre, aéreo o por vía marítima, una vez que el turista ha llegado a Uruguay o Argentina.
Punta del Este es una de la ciudades más visitadas gracias a su oferta turística. En Playa Brava se encuentra la parada de Los Dedos, un monumento al ahogado que representa a un hombre emergiendo a la vida, es una escultura de cinco dedos parcialmente sumergidos en la arena, que se ha convertido en un popular balneario turístico. Es una famosa escultura, convertida en símbolo para Punta del Este desde que fue inaugurado en febrero de 1982, además de transformarse en uno de los puntos de referencia más reconocibles de Uruguay. La escultura fue hecha por el artista chileno Mario Irarrázabal durante el verano de 1981, mientras participaba en la Primera Reunión Internacional de Escultura Moderna al Aire Libre en Punta del Este. Había nueve escultores y él era el más joven. Hubo una pelea por los lugares asignados, que estaban en una plaza pública, e Irarrázabal decidió hacer su escultura en la playa. Fue inspirado a hacerla en una mano “ahogándose” como un aviso a nadadores, dado que las aguas en La Barra, más arriba en la playa, tienen olas más duras que eran solamente apropiadas para hacer surfing, mientras que, por el otro lado, las aguas son mucho más adecuadas para practicar el nado y realizar actividades de windsurfing. Hoy es una de las playas más visitadas.
Todos los días de la semana son buenos para ir a conocer la escultura pero el sábado los turistas llegan desde muy temprano para lograr un sitio cercano a la famosa mano en cuyos dedos la gente aprovecha para la toma de fotografías o subirse al dedo meñique. Otro de los lugares mas emblemáticos de la zona es El Faro, una estructura de 45 metros de alto, que fue construido en 1860 por Tomás Libarena, utilizando materiales provenientes de Europa. Se erigió con el objetivo de que los navegantes del Río de la Plata y del océano Atlántico pudieran orientarse. Muy cerca de El Faro se encuentra el templo católico, de sobrio estilo neorrománico, construido en 1941. En el mismo se venera la imagen de la Virgen de la Candelaria. Las playas más conocidas de Punta del Este y las más visitadas son Playa Mansa y Playa Brava, y ambas hacen honor a sus nombres. La Mansa, como suele denominársele, es ideal para niños y para quienes desean tomar un placentero baño de mar. Sus aguas bañan la bahía de Maldonado y la isla Gorriti. Desde La Brava, se divisa la isla de Lobos, ideal para quienes gustan de las aguas más picadas del océano Atlántico. En invierno, sus olas son el paraíso de aquellos que practican windsurf o tablavela. En estas playas se congregan familias enteras con sus niños, amigos que se juntan para tomar sol y bañarse, y aquellos que gustan de practicar deportes acuáticos de todo tipo. Contemplar el amanecer o atardecer es un espectáculo imperdible e inolvidable.
Fuente: El Heraldo